sábado, 31 de mayo de 2025
viernes, 30 de mayo de 2025
sábado, 17 de mayo de 2025
jueves, 15 de mayo de 2025
Vidente
Sabía que Carlos Alcaraz iba a derrotar a Jack Draper en los cuartos de final del Masters 1000 de Roma por un confortable 6-4, 6-4. Lo supe ayer en uno de esos momentos de extrema lucidez, antes frecuentes y en la actualidad sumamente escasos. Cruzaba rápido la Avenida Oroel por el paso de peatones situado frente al convento de Las Benitas cuando, tras un episodio de tormentas, se abrió de improviso el cielo y vi claro el resultado, aunque no estuviera en ese instante pensando ni mucho menos en el tenis, sino en los términos en que era razonable que me dirigiera al público en el inicio del pregón que pronunciaré el 31 de mayo en la Feria del Libro de Zaragoza. Han pasado muchos años desde 1968, cuando Joaquín Marco Revilla, mi editor de La hora oval y mi profesor en la Facultad de Letras de la Universidad de Barcelona, entusiasta seguidor entonces de todos los recovecos de mi biografía, me preguntó, aparentemente muy interesado, sentados uno frente a otro en el jardín de su casa de aquel barrio sencillo de la parte alta de la ciudad, cómo conseguía ganar siempre al póquer, y a mi respuesta de que, a menudo, tenía la visión exacta de los naipes que se iban a servir del mazo, respondió con una carcajada a la vez estentórea y terrorífica. Incomoda, siempre se ha dicho, al hombre corriente, la proximidad del genio.
miércoles, 14 de mayo de 2025
Tía Pilar
Mi infancia transcurrió en la Derecha del Ensanche, esa parte de la ciudad de Barcelona habitada entonces por una burguesía, reaccionaria, claro, pero menos que la menestralía y, en general, la pequeña burguesía de los barrios de Gracia y Horta. Nuestra vivienda, un enorme piso, situado en la casa de propiedad familiar paterna, un chaflán de la avenida José Antonio con la calle Gerona, albergaba, repartida en varias de sus plantas, una buena parte de la nutrida nómina de primos, tíos y demás siniestra parentela.
Quizá, uno de los más conspicuos miembros del clan era Tía Pilar, de hecho mi tía abuela Pilar, una devota mujer cuya única actividad conocida era asistir a determinados oficios religiosos en la iglesia, abierta al público, del convento de las monjas Reparadoras, Las Reparadoras, contiguo a nuestra casa. De niño, ya muy observador, pronto me llamaron la atención las continuas paradas de tía Pilar en su recorrido de ida y vuelta del portal de casa al portal de la iglesia, paradas que pudieran explicarse por su disminuida capacidad motriz, pese al auxilio del bastón, pero que una observación minuciosa arrojaba un singular resultado: las paradas de tía Pilar eran específicas, tía Pilar sólo se detenía ante los pocos coches estacionados junto a la acera; tía Pilar estudiaba las matrículas, era una fanática de la lectura de los números, investigaba cuál era la progresión, el aumento de matriculaciones, lento pero seguro, de los vehículos con el distintivo provincial B; como catalanista acérrima, sentía un placer orgiástico al atestiguar el incremento.
Hoy, 10 de mayo de 2025, en la ciudad de Jaca, de regreso de la visita diaria a los contenedores para echar la basura, única actividad al aire libre que, en la actualidad, practico, me he sorprendido deteniéndome ante los coches estacionados, muchos coches en los tiempos que corren, deteniéndome, digo, con la esperanza vana, a día de hoy, de hallar ya por fin alguno con la matrícula encabezada por N, la M demasiados meses señoreando el universo de las placas al disminuir las ventas, quizá por la crisis económica y las dudas de los potenciales compradores ante la oferta de nuevos coches chinos y el lío de los eléctricos, híbridos y atmosféricos.
lunes, 12 de mayo de 2025
Tecnologías
Cambiaron la semana pasada los cinco contenedores de basura (Envases, Vidrio, Papel, Orgánico y Resto), de los que sólo uno, Orgánico, se abría con tarjeta, por cinco contenedores más modernos que se abren por reconocimiento de voz y respuesta a preguntas de cultura general. Esta mañana he ido a echar siete botellas de vidrio vacías de anís Castellana y el contenedor me ha preguntado por la fecha de la muerte del emperador Diocleciano. La verdad es que en ese momento no la recordaba y, con rapidez, he ido a consultar en mi iPhone 16 Pro, pero con los nervios se me ha pasado el tiempo de respuesta, las botellas se han salido de la bolsa de plástico degradable y han rodado por la acera para finalmente invadir la calzada justo en el momento en que Juanito Obregón Lasaña salía del garaje conduciendo su flamante Tesla Model Y. De inmediato se han reventado las dos ruedas delanteras y parece ser que por ahorrarse unos pocos euros Juanito no concertó un seguro que cubriera este tipo de siniestros.